martes, 22 de noviembre de 2011

Yo el peor de todos

Yo no puedo tenerte ni dejarte,
ni sé por qué, al dejarte o al tenerte,
se encuentra un no sé qué para quererte
y muchos sí sé qué para olvidarte.
“Yo no puedo tenerte ni dejarte”, Sor Juana.

La maldita circunstancia del agua por todas partes
me obliga a sentarme en la mesa…
“La isla en peso”, Virgilio Piñera.


“… porque nacer aquí es una fiesta innombrable”,
José Lezama Lima

A Ricardo por la confianza
Yusnavy me mira con sus ojos habituales y sé que hoy no es un día normal. Eso es malo y ella también lo sabe, en uno de esos días apocalípticos en que llego con los cuadros en la mano, los mismos que han regresado sin venderse en la feria de la Catedral; intactos con salitre, polvo y craquelados como mi hermosa Habana, con el caballo esbelto y la mulata cabalgándolo libremente en todo su esplendor, bien realista sobre la marina de colores intenso y ultramar, con pinceladas sueltas y nubes blancas, bien cursi. Le devuelvo la mirada cariñosa al sentarme y me encuentro como un novato sudoroso, inexperto y hablando de mejores términos le comento así del camión con acero lleno de óxido en el que he venido desde Marianao, tras el viaje interprovincial y estoy cansado quizás de todo como cada día hacia mi hermosa aldea nombrada Esperanza. El conductor que grita tirándome la saliva encima en la escalera muy en alta voz: ¡¿Esperanza-Caimito-Guanajay a cinco pesos… arriba que se va ya?! ¡Arriba que no paro hasta Esperanza! ¡Arriba que es el último! Y posiblemente puede ser verdad y también lo de real maravilloso dentro de la nave acerada, «El Último de los Mohicanos», así dice en su parachoques oxidado. ¿Quizás sea verdad? Esperanza, mi próximo destino, bajo el rocío coloquial que desprende él que cobra. El vaho del conductor por cinco pesos, no está mal. ¿Quién sabe? Posiblemente con razón, los mismos cuadros en la mano a toda velocidad por la carretera central, a mi aldea anhelada. ¿Por qué no? Con el calor agobiante por todos lados entre acero y remaches dentro del último indio con brío. Suspiro y me siento ansioso de frente a mí hembra con su bata blanca, ella conecta con esmero y cuidado el cable gris a la electricidad, le sigue el back up y el módem asegurándome que ya está bastante malo, el anterior se rompió por un trueno que cayó del cielo. ¡Cabrones imperialistas! Me  dijo aquel día dando un grito mientras me abrazaba después de la gran luz que nos erizó y le di un profundo beso en ese momento, inmortal y muy pegajoso. Ahora  prende la torre y el monitor nuevo, hermoso y blanco de marca china Haier. La máquina demora un poco en encenderse, Windows XP a la vista y Yusnavy me sonríe asegurando que es culpa del imperialismo que se demore el equipo. ¿Cómo siempre? Dicen así y que ella tiene la razón, en fin, no importa la quiero mucho.
Aquí en Esperanza de mejores expresiones no se pueden hablar. Como tampoco otras no se pueden mencionar. Por culpa del enemigo no vendo tampoco mis cuadros, eso siempre dicen. Y yo concuerdo con ellos "por si las moscas", claro. Mi amiga maldice al adversario de que no tengamos velocidad y de no poseer ella una súper computadora en la aldea. ¿Por qué no también yo? Los pies me sudan al igual que mis manos sobre el teclado y es producto del hálito dentro de uno al recibir un correo, que es relativamente proporcional al resultado de muchas cosas en la bandeja de entrada de otro, la bandeja de entrada de Yusnavy, la hembra domadora de mi información. Comunicarte con un desconocido y desde Esperanza es desconcertante, inmortal la alegría de tener algo y de que conozcan tu vida personal, de amanecer con ilusiones dentro de la aldea, con un mensaje inesperado, otro añorado o quizás un Mail delivery failure, un correo de regreso. ¡No importa! Es bienvenido también. ¿Por qué no? Muy colosal. Igualmente es algo hermoso para ver como salen y entran con esmero, suavecito si llevan fotos de más de 300 Kb, bien sutil y con poca velocidad, producto del imperialismo, como se rumorea por aquí. Por eso ella le tiene puesto un lazo bien rojo que abraza con esmero todo el monitor, «para los malos ojos… a los envidiosos, a los hackers y hasta para el enemigo», después me asegura risueña que no entiende nada entre sus labios carnosos y yo se que está hecho para la protección. Pero ella no está equivocada, Changó protege aunque con un rayo desde el cielo nos rompió el otro módem y la deidad no es enemiga, lo que claro nos quiere proteger y también es respectivamente equilibrado aunque Yusnavy no lo crea y debemos entenderle. Ella no tiene fe, lo sé, al menos tiene su resultado con las deidades. Seguido aparece un fondo azul con texto dorado sobre una mujer perfecta: “Ser cultos es la única forma de ser libres”. Tiene razón el Héroe Nacional sobre la modelo erótica en el fondo de pantalla de Windows XP. Danzando se encuentran las letras Times New Roman libremente con un hermoso movimiento como mismo Yusnavy se mueve entre las sábanas, ella configuró él diseño en la PC con la sentencia a buena hora también, morena. ¿Por qué no? Quizás mulata como mi modelo sobre el corcel en la marina en la feria de la Catedral para el turismo, con la piel acerada y quizás más hembra que nadie tras los iconos del escritorio dejando que antivirus Kaspersky se cargue sobre el mejor de los prototipos perfectos, de ascendencia china y protegida por los rusos. De mejor máquina no se puede hablar, invencible e inmortal con el antivirus robado semanalmente.
Ella da un clic sobre un icono en el escritorio y me asegura que hoy como todos los días no tenemos conexión. ¡Que bien! Por culpa del imperialismo una vez más. Así dicen. ¡Malditos capitalistas! ¡Ojalá pongan el cable submarino ese ya!, ¡Ojalá pa burlarnos del enemigo! Me dice frenética mi chica y eso me gusta. Ella exclama acerca del adversario y yo pienso en mi amiga mexicana y Juan Manuel del otro lado esperando mi mensaje desde hace días, el evento de Sor Juana y los escritores. Suspiro y yo quiero ser como ellos, sin los cuadros con salitre a mi lado y sin turismo a la vista. Quiero ser escritor, cambiar y dejar a un lado los cuadros craquelados. Realizar un cuento, mi primer cuento aunque Yusnavy no entienda y logre quizás un premio y me compre una súper computadora protegida por qué no por los rusos contra el enemigo. También pienso continuamente en Sor Juana y aquellos mensajes en sobres cerrados, secretos y ocultos a caballo con el Virrey en la Nueva España, que eran mucho mejor en aquella época que ahora en la actualidad. Muy ocultos sin detención de comunicación. Allí no había Mail delivery failure, allí todo llegaba al menos trotando. Al menos había un caballo postal para ver al Virrey. Aquí en Esperanza, en mi aldea, no hay caballos. ¿A caballo sobre el mar? Pudiese ser. ¡Qué va! Yo tengo miedo, mucho, si miedo al mar y al potro trotando sobre este. Quizás mis marinas tormentosas para la feria de la Catedral. ¿Quién sabe? Yusnavy me mira con sus ojos habituales después de ver la modelo voluptuosa y yo se que ella no entiende, al menos yo no le he dicho nada, si, para los malos ojos y sabemos que la culpa debemos echársela a alguien. Como siempre. Le devuelvo la mirada y estoy cansado quizás de todo. ¿Quién sabe? Posiblemente con razón. ¿Por qué no? Hasta del imperialismo y el cable bajo el mar con el futuro caballo sobre este, ¿El futuro está en el cable papi... en el cable? Me dice como mi aldea nombrada Esperanza, con mucha fe.
–Vas a tener que ir a despojarte con un brujero… si no, vete a santiguarte para los malos ojos, que no entrarás en esa cosa y virarás siempre con los mismos cuadros aquí a Esperanza –me dice ella asegurándome que la cosa esta mala y refiriéndose a mi amiga mexicana, Laura, que me ha propuesto participar en un evento con los escritores.
Yusnavy está en lo cierto al pensar que estoy loco y Laura no sabe las heroicidades de comunicarte con un desconocido a diario y menos sin caballo postal. ¡¿Aquí en Esperanza no hay Laura… no hay, que vamos hacer?! Le digo y ella no entiende al exigirme una vez tras otra como Yusnavy no lo hace. Yusnavy no me reclama asi. Pienso repentinamente en mi amiga mexicana que quiere participe así como cuentista y deje a un lado los cuadros con la mulata y el hermoso potro cabalgando inmortal en la tormentosa marina entre tonos azules y me ponga a escribir un cuento en su evento sobre Sor Juana con los escritores, yo el principiante aguerrido, una ficción con errores gramaticales siendo el más joven de todos, siendo: el peor de todos, que tenga un inicio, que narre así una historia con la obra de un artista mexicano llamado Juan Manuel y termine en un desenlace, un incógnito entre las esculturas, quizás del artista mexicano. ¿Quizás? Y me viene bien, después de virar con los mismos cuadros que no he vendido llenos de polvo desde la feria de la Catedral, allá en la Habana Vieja. ¿Quién sabe? Posiblemente exista la suerte delante del monitor con el teclado chino. Pienso. Eso es también relativamente proporcional si está protegido por los rusos, con el antivirus robado. ¿Por qué no? Aunque Yusnavy me dice que disminuya la cantidad de información que sale desde su email. ¡Dale suave papi… dale suavecito, que siempre hay un ojo que te ve… y me van a quitar mi potro medico! Dice irónicamente y muy hermosa, inteligente mi hembra. Yusnavy tiene razón al verme como me comunico con un desconocido. ¡Estás loco! Y yo sé que mi fémina tiene el juicio perfecto.
Aunque ella no crea, su primera sugerencia fue ir a ver a Ivon, la espiritista del barrio, la que sabe lo que dice y profetisa, voluptuosa como el fondo del escritorio chino pero sin texto y muy relativamente proporcional. ¿Quizás ella pueda solucionarte el problema? «Pide por ti y por mi… pide además otro correo por si acaso, pide internet y también de paso un caballo…» Me dice y yo me voy cansado de todo, hasta de que me lea mis mensajes en su bandeja de entrada y después me exija como la esposa perfecta: ¿Quién carajo es Sor Juana? ¿Quién coño es esta mujer que te envía aquí email a diario… a mi bandeja de entrada y desde México? ¡¿Aquí no envías más un cabrón email… vas a chulear por ahí a otra perra jinetero malo?! ¡Todos los hombres son lo mismo… pero tú eres peor, tu eres el peor de todos so maricón… chuleándome mi caballo médico cabrón!
Dice linda y muy rabiosa exigiendo con alguna sonrisa extraviada como la dictadora ideal dándome una bofetada y después se recuesta a mi lado un largo rato viendo salir y entrar libremente los mensajes en su bandeja de entrada. Me gusta mi hembra como lucha lo suyo, como protege mi carne. Domadora del sexo contrario, ella me quiere y eso es aquí relativamente proporcional aunque Laura no lo entienda desde la frontera mexicana. Pero a mí me gusta Yusnavy con sangre de mando, con su postura hermosa de feminista, la amo bien cursi, bien voluptuosa y me exija celosa de una mujer muerta que ella no sabe. Las mujeres bien ganado tienen su lugar con total coraje, como la bíblica que le destrozó el pelo a Sansón, la india Guanaroca aquí en Esperanza contra los españoles, Mariana Grajales o la propia Yusnavy frente al dominio total de mis letras y mensajes en su computadora china. Con su poder absoluto, muy totalitario.
La entrada de la casa de la espiritista, de la brujera o la cantomántica en el barrio es una fiesta innombrable. Yusnavy me lo advirtió y en ese instante lo comprobaba con mis temerosos pasos. Uno puede encontrarse ahí clientes que vienen desde la ganadería, agricultores, médicos, abogados, turistas o militares y te puedes encontrar estacionado delante de su casa lo mismo una bicicleta rusa, un Chevrolet del 59 o un Audi en busca de la fe, en busca de la profeta ideal. Juntos por el mismo propósito, todos creen con esmero disimulando entre gallos, botellas de agua y flores que traen consigo. Nadie quiere hablar de sus problemas personales y yo menos del mío, uno internacional al ver la cola pasar.

(Ilustración: Denys San Jorge - detalle)

–¿Quién va? –pregunta Ivon con una voz más allá de la cortina blanca bajo el marco de la puerta.
Me levanto de la silla en la que estoy sentado y entro al interior bajo el vaivén del telón sucio con olor a perfume, a flores y humedad. ¡Entra y siéntate!, me dice Ivon, la brujera ideal, detrás de una pequeña mesa en el cuarto propio de dormir. ¿Estás asombrado… nunca habías visto libros en una consulta espiritual? Le respondí que no, mientras me sentaba en la silla al lado del caldero en el piso, con flores, objetos y mucha sangre de un gallo sin cabeza, mutilado. Encima de la cama mas allá en la pared un amplio estante de libros. ¿Para qué los libros? Pensaba. Miraba ahora con fijación mientras la brujera hacía los preparativos y se fumaba con esmero un pequeño tabaco. Podía leer la primera fila de libros al dorso desde ahí: José Martí, Miguel de Carrión, Eliseo Diego, Dora Alonso, Alejo Carpentier, Félix Pita Rodríguez, Altunaga, Cabrera Infante, Jesús Díaz, Retamar… en el segundo Julio Travieso, Reinaldo Arenas, Cofiño, Heras León, Barnet, Padura, María Elena Llana y Mirta Yáñez entre otros tantos, escritores cubanos, vivos y muertos. ¿Dónde he caído yo? Pensé repentinamente. Las mujeres de nuestro país se han ganado su lugar, de mejores términos no se puede hablar. Más allá en otra fila bien ordenados los libros extranjeros: Homero, Aristóteles, Kant, Dante, Miguel de Cervantes, Vargas Llosa, Neruda, Borges y Kafka entre otros. La cantomántica es especial, sabe de la vida y de los muertos. ¿Pero para qué libros especializados en la habitación del profeta? Y títulos como El Capital de Carlos Marx ahí, un Julio Verne y Dumas con: El Conde de Montecristo, Los tres Mosqueteros o el Hombre de la Máscara de Hierro y también El Mago de Oz. ¿Para qué? No entiendo y Yusnavy lo sabe en su teclado y no me lo dijo, quizás Laura desde la frontera mexicana. Aquí no hay machismo y la espiritista tiene todo tipos de libros de Buda, la Santa Biblia, libros de Francmasonería, el Corán, Historia, Metafísica, Arte y Literatura.
Una mujer relativamente proporcional que se documenta para hacer bien lindo y perfecto su trabajo, una hembra experta aquí en Esperanza. La espiritista es hermosa bajo el vestido de lino blanco semitransparente y sabe de la vida, con los collares sobre el pecho rebosante de hermosura. Con sudor en la frente, fuma del tabaco exhalando el humo en la habitación. Ella lo siente rico y bien penetrante llega a mis pulmones sin permiso entre el olor a perfume, flores y sangre. Las cartas desplegadas sobre la mesa son acariciadas entre el humo con un poco de ron que escupe sin cuidado desde su boca. Velas encendidas nos acercan a las almas. La cantomántica me da la mano, pidiéndome el nombre y me dice que va hablar ella con voz de mando; recuerdo a Yusnavy, mi hembra con poder, con el dominio total de mi bandeja de entrada.
–Esto esta raro aquí… hay cosas que están nebulosas… Changó te está cuidando mucho y es con la espada que le forjó Oggún, no quieren que te hagan daño y por eso te rompió el módem anterior… vienes por una saya extranjera, veo mucha gente de otras tierras, mmm!!!, comunicación con extranjeros, cuidado…Yemayá no quiere que salgas por mar, ten precaución. ¡Cuidado que te pueden ver con malos ojos! Hay papeles escritos, muchos, muchos papeles… ¡cuidado con información que des para el extranjero… al extranjero nada!, una vigilante y mucha correspondencia que no se da aún, a caballo… mmm!!! y sobre el mar. –dice y me mira sabiendo quizás el propósito de mi visita exhalando más humo y bastante ron sobre las cartas–. Obbatalá no va a dejar que te hagan daño, tienes un muerto junto a ti que te protege mucho.
Ivon sabe hacer su trabajo, lo hace bonito y entretiene al público con el movimiento danzatorio de sus manos, collares y jalándose de un lado a otro su vestido blanco. Yusnavy me lo dijo y la espiritista continúa asegurándome que Orula está  pidiendo incesantemente algo para mi propósito, al igual que todos en el panteón yoruba. Me siento inquieto en el mimbre sucio, aspiro y sé que hoy aquí definitivamente en Esperanza no es un día normal.
–Sabes, los Virreyes la protegen bien –dice suavemente y continúa–. Ella viene ahora llorando como una niña. ¿Es una saya que enseña canto o se dedica a la astronomía? ¿Quizás poesía, el drama, filosofía o la teología? No sé… no lo veo claro, al menos no aquí. Es obligada a deshacerse de su biblioteca y un Obispo… le tenderá una trampa en la cual ella caerá, con la ingenuidad misma de los inocentes. Ella es buena… ¿Lo sabes? Si, muy buena, el cerco se irá cerrando sobre ella, como sobre ti si te comunicas con el extranjero, en esa cosa que aparece ahí en esta carta sobre una mesa y menos sobre el mar a caballo que Yemayá está ahí vigilando constantemente, por mar no te tires nene y menos con el caballo que Ochún no lo desea tampoco, nadie lo desea… ¡Por mar no! Qué ella terminará renegando de sus voces y te vas al fondo, renegará de su inmensa fuerza creadora, de su talento. Y dedicará sus últimos días a la vida del convento y tú dentro de la cárcel o bajo el mar. ¿La conoces?
Le contesto que no disimuladamente para esquivar la conversación mientras miro el librero.
–¿Para qué tienes aquí en el estante ese: El Capital, de Carlos Marx?
–Aquí en Esperanza yo trabajo con los libros de mis muertos mi niño –dice y tira una gran bocanada de humo sobre mí, incierta. Me gusta y la imagino bajo el vestido de lino blanco con los collares sobre su pecho voluptuoso.
–¡¿Carlos Marx es tu muerto?!
–Si –dice Ivon y continúa moviendo sus manos a la vez que exhala una bocanada de humo de tabaco más sobre mí–. Si, aunque no me creas los míos son gente importante y para no hablar mierdas me informo a diario y hasta leo el Granma, aquí en este trabajo no te puedes equivocar tienes que ser certero para que crean en ti, para que exista la fe. ¿Lo sabes no? Un ahijado un día vino con problemas de hemorroides, él pensaba que era brujería de su anterior mujer, bueno te digo que tuve que empezar a bajar el muerto indicado para atenderlo, buscando el doctor perfecto entre dolores con tripas y se me montó equivocado para hacer la consulta, el hombre ese… sí, el filósofo ese, al final empezó hablar dentro de mí de ética, ideologías, filosofías y niño… te digo que tuvo que volverse a ir. ¡Qué va! Por eso me preparo día y noche para que no me vuelva a pasar. ¿Qué tiene ver Marx con las hemorroides? ¿Tú sabes? Yo no, en fin. Aquí han entrado todo tipos de personajes que se me montan, así como así, sin llamarlos, equivocados, imagínate al mismo Don Quijote de la Mancha, montado en mi cuerpo y quería meter esa clase de lanza dentro de mí, la misma con que él se batía con los molinos de viento allá en España, ni loca yo con semejante cosa tan grande dentro de mi alma. ¡Qué atrevido… viejo más loco! Otro día un tal Poncio Pilatos, en que yo iba hacer una limpieza sobre un ahijado con la palangana llena de agua, miel, abrecaminos y vencebatallas quería entrar solamente a lavarse las manos. Con los muertos se ven cada cosa aquí frente a esta mesa y al caldero ese. Yo trabajo con la élite celestial, mis muertos no son cualquiera. Tú te imaginas aquí a Elvis Presley, seguro que no eh… bueno el está ahí lo que yo nunca lo he dejado entrar en mí, pues es del enemigo y… ¡tú sabes! que con el enemigo mejor no coquetear para que después no digan que uno les da cosas, pues además siempre hay un ojo que te ve, mira por eso tengo el ojo pintado con la espada que lo atraviesa, esa hoja acerada es la de Santa Bárbara.
–¿Otro muerto… uno espía?
–¡¿Elvis?!... ¿Quién sabe? Aquí en la brujería se ve de todo como en la vida, y quizás hasta él es de la CIA. ¿No crees? Si, además eso está de moda pues se puede ver cualquier cosa y no se dice aquí en este negocio espía, se dice colaborador de la fe, defensor de almas, guardián del bien, protector de la causa, en fin, hasta terrorista si te da la gana, lo que aquí no lo dejo entrar pues de seguro como es enemigo viene a disociarme al público, aquí no entra nadie pinga y con mis ahijados nadie se mete cojones –dice rabiosa y sigue con el movimiento danzatorio con collares en sus manos–. Aquí han bajado cada almas, desde Leonardo da Vinci un día que me quería pintar desnuda con las tetas al aire, insistente el hombre, bueno a mi me encantó la idea o hasta el propio Albert Einstein asegurándome de átomos y una bomba nuclear en el caldero de los muertos míos, y le dije: ¡¿Te vas para el carajo so viejo maricón tu no me tumbas el negocio… aquí no explota nada?! Y escupí frenéticamente con mucho ron el caldero ese y expulsé  mucho humo para todos lados y no vino más, diría está mujer está  loca.
–¡¡¡Candela!!!
–Sí, si hasta un día se me encarnó el mismísimo Adolf Hitler hecho como un loco gritando judíos, judíos, y yo le dije ¿Qué pinga te pasa? Vete, so enano frustrado... vete anda con la mariconada de tumbarme el negocio también, que después empieza el brete y se me tira la policía en la casa.
–Yo lo que quiero es que me bajes aquí una saya, una mujer.
–Te salió en las cartas, tú mujer macho, te está vigilando, hay muchos ojos sobre ti, mmm!!! Vas a tener que pintarte un ojo como el que tengo ahí yo con la espada de Santa Bárbara, esto esta malo… no des un paso en falso y menos a caballo sobre el mar, el mar olvídalo… ella lo que te la quiere es arrancar de un tajo, desde el tronco, si te coge con otra mujer, aunque no te diga nada le tiene roña a las foráneas, hay celos por otra saya y esa otra saya que viene llorando está muy lejos, además es extranjera. ¡Ten cuidado! Olvídate de las mujeres en el extranjero, que no dan nada… olvídate que solamente dan problemas aquí en Esperanza.
–¡¡¡Bájame a Sor Juana… bájamela!!! Si no, no puedo participar en el evento literario, y que ya, no quiero pintar más… no quiero pintar más la mulata sobre el caballo ese cabalgando en la marina cursi.
–¿Sor Juana la mexicana? –dice asombrada la brujera.
–Sí, sí, sí.
–Ah niño… si esa mujer es muy amiguita mía, sabes, en otras ocasiones ha coincidido en mi cuerpo, tengo ahí varios libros sobre ella, hasta uno autografiado con su letra, escribe bonito –exclama sorprendida y continúa– el pasado ocho de septiembre celebré mi fiesta de santo aquí en Esperanza, dedicada a la Virgen del Cobre y sabes qué, ese día bajaron muchísimas mujeres muertas y todas extranjeras.
–¡¡¡De madre… del enemigo!!!
–Sí, quizás... entre ellas Rita Hayworth, Marilyn Monroe, Pocahontas y ahí de pronto fue que conocí a Sor Juana, así como así.
–¡¿Sí... y ella es del enemigo?!
–No para nada… ¿Chico tu no lees historia?, tú no te das cuenta de las cosas, pero como parece que desde allá arriba se veían muchas mujeres bajando a esta casa, ella se embulló a bajar también y hasta bajó equivocada después o fue que vino de mirona la mismísima Juana de Arco, ¡chismosa europea de mierda esa!, llorando que se estaba quemando, ojalá se le queme el culo en el infierno por encender fuego, marimacha guerrera, la guerra es para los hombres. ¿No crees?
–¡¡¡Ñó!!!
–Sí, la mismitica niño.
–Bueno entonces a Sor Juana, llámamela de nuevo, pues me es muy difícil comunicarme con el escultor mexicano ese por internet, para hablar sobre ella, enviarle mi cuento y darle la información que quiero participar ahí con los escritores, yo lo mismo mato un gallo, que me unto sangre y me tomo una botella entera de aguardiente. ¡Hago lo que sea!
–Aquí la que mata soy yo nene y ten cuidado con la conexión esa con los extranjeros –responde pensativa la espiritista–. Ten cuidado con la información esa al exterior en la internet esa... Orula lo dice claro aquí en esta carta, mira... mira, no te quiere dejar ir... y menos a caballo sobre el mar.
Y señala bonito a una carta sobre la mesa asegurándome que están puestos para mí, para mi cartón, además me dice que Orula no se equivoca conmigo con esas cartas, murmura que además el me abre y me cierra los caminos, que aquí en Esperanza el no quiere que haya internet, el es el único que abre y cierra, que me está alertando y le haga caso.
–Hay que hacer algo ya, ¡no se!, si con polvo, cascarilla, perfume siete potencias, vencebatallas o abrecaminos, ¡necesito que me bajes ya a Sor Juana aquí! lo mismo con vencedor que rompesaraguey con humo o sin humo, para hacerle preguntas, pues se me ha puesto malo el correo electrónico y se sigue poniendo malo, esto esta malo... también Yusnavy, el escultor mexicano del otro lado sin mi cuento aún con sus esculturas y Laura exigiendo, en fin. ¿Qué pinga hago?
–Bueno mira –dice Ivon moviendo sutilmente las cartas sobre la mesa–. Orula quiere abrirte los caminos, poco a poco... está pidiendo algo muy importante para ayudarte.
–¿Qué cosa?
–Te lo digo es un poco difícil pero Orula te está pidiendo algo y yo tampoco se para que cosa es eso, no entiendo bien, pero es para abrir los caminos.
–¿Qué cosa? Dime.
–Se llama módem y aquí en Esperanza no hay. ¿Qué es eso? Y es importante dice para comunicarse con las almas en el extranjero… con la misma Sor Juana y dice que lo sepas que es un riesgo comunicarse con muertos extranjeros, que a él también lo pueden ver con malos ojos y se busca tremendo lío con Ochosi y con Oyá, que le parten las patas... pero que te va hacer el favor y no le digas nada a nadie, a nadie, ni a los amigos, ¡no creas en nadie! Y menos que Orula te ayudó aquí en esta mesa.
–¡¿Un módem?! No podía pedir carajo un gallo, cascarilla o algo más suave coño.
–Orula sabe lo que hace, además te va hacer el favor.
–Si yo lo que necesito es solamente unos minutos, un módem vale una pila de dólares, y tengo que mandárselo a pedir a Laura a México, además cuando baja Carlos Marx o Juana de Arco aquí en Esperanza a esta mesa, no les hace falta módem ni un carajo, dile a Orula que se deje de descaro conmigo coño que yo soy su ahijado también, ¡bájamela coño!, ¡bájamela Orula!, ¡baja aquí a Sor Juana!, ¡baja ya!
La espiritista toma con las manos la botella de aguardiente al lado del caldero con el gallo mutilado y con sangre, destapa el corcho llevándosela inmediatamente a la boca, se da un trago de esos que llegan a la mismísima alma donde quizás estén ocultos Homero, Carlos Marx, Alejo Carpentier o la propia Sor Juana, seguidamente escupe sobre la mesa sin temor, sin miedo al infierno de Dante muy libremente. Me salpica la ropa y me asegura que no me ponga nervioso, que la bebida es buena para los santos en este calor de Esperanza y que solamente es Ron.
–¡Tranquilo nene… tranquilo que con esto desde aquí, desde nuestra real y maravillosa Esperanza llegaremos a México! –me dice.
Yo pienso en el caballo sobre el mar, con mulata y todo en la marina bien cursi cerca del Virrey en la Nueva España. El caballo postal con la correspondencia clasificada a Juan Manuel. Se mete el mocho de tabaco en la boca y lo mastica fuertemente.  Muy rico. Se saborea acariciándose el vestido sobre sus bellos muslos con las manos cubiertas de collares. Le percibo los agraciados senos bajo el lino blanco, bien voluptuosos. Después absorbe del tabaco y exhala mucho humo sobre las cartas desplegadas una vez más sobre la mesa y sobre mí sin temor.
Al cabo de un breve silencio, Ivon lleva los ojos fijos en su cuerpo. Destila mucho desde los poros. Gotas de sudor le caen bien rico por entre sus bellos senos y los collares colgados del cuello. Una cosquilla delirante enciende mi cuerpo que bordea el caldero con el gallo mutilado, muy cerca de la hermosa Ochún y el viejo Babalú Ayé, al lado de Changó armado con los hierros de Oggún. El santo con la espada que acabó magistralmente con el otro módem y Yemayá a su lado, todos al tanto, vigilantes y protectores. Entre velas prendidas pude al instante escuchar cómo un eco entre los libros perfectos de los vivos y los muertos, con una voz de ultratumba que pude identificar a los minutos aquí en Esperanza, muy extranjera y hacia mí, en forma quizás ¿Por qué no? De: Mail delivery failure. ¡¿Óyeme con los ojos?!
Bauta o quizás Esperanza, 11 de septiembre 2010

Denys San Jorge Rodríguez

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